COSAS QUE PASAN | CITAS PREVIAS | José de Pineda
Cuando en el año 2016, concretamente el 12 de agosto, publiqué en Viva Écija un artículo sobre las citas previas, nunca hubiese imaginado que al cabo del tiempo este acto llegase a tener el protagonismo que en estos tiempos tan complicados que padecemos ha alcanzado. Y lo que empezó siendo un sencillo, selectivo y escaso trámite al alcance de cualquiera, hoy se ha convertido en el pan nuestro de cada día y no hay gestión tanto pública como privada en la que no haya que pegarse un buen rato pegado al teléfono o al ordenador para solucionar tu problema. ¡Ay, si el que inventó esta norma la hubiese patentado, a estas alturas estaría rico perdío!
Dejo al libre albedrío de los cuatro lectores que tengo: hagan memoria por un momento y anoten en la de situaciones que nos vemos obligados a “pedir cita”. Posiblemente traiga más cuenta lo contrario. A título orientativo y a vuelateclado, hago mi particular relación.
Para hablar con el alcalde o con algún funcionario de tu Ayuntamiento, para hacer una gestión con tu asesor, administrativo, empleado de banca, taller mecánico, dentista, presidente de tu comunidad de vecinos para preguntarle, por ejemplo, cuándo te toca bañarte (¡ojú ojú!), para ir a comprarte un traje… y así llenaría esta columna en un minuto. Creo que al paso que vamos hasta para ir a misa los domingos tendremos que “pedir cita”, ¿o no? Bueno todo se andará, de momento ahí lo dejo.
Y este año ¿habrá que pedir cita para ir a la playa? No sé, no sé. Lo que tampoco entiendo es cómo serán en el futuro las visitas a los médicos de cabecera o especialistas, si serán presenciales o también te reconocerán por video-llamada como hasta ahora. Cosas veredes, amigo.
Por otro lado y de la noche a la mañana nos encontramos con el “teletrabajo”. ¿Mande? Sí, hombre, eso es que tú puedes trabajar desde tu casa en pijama y zapatillas, y además sin tener que aguantar a tu jefe o al pejiguera que venga a darte la lata o a pedirte un préstamo si eres bancario, por ejemplo. La verdad es que a este paso, no sé adónde vamos a llegar y los teletrabajos que se podrán telehacer.
La verdad es que esta maldita pandemia se ha llevado por delante muchas viejas costumbres a las que estábamos muy arraigados, y que sin duda nos va costar dejar atrás, pero, que con esa mal llamada y horrible frase de la “nueva normalidad”, nos iremos acostumbrando poco a poco.
Por cierto, qué bien les va venir a algunos alcaldes las suspensiones de ferias, verbenas y demás actividades lúdicas de este verano, incluidas las aperturas de piscinas públicas. Con la de mareos y quebraderos de cabeza que dan siempre este tipo eventos, evitando así los gastos de organización a la maltrecha economía local por un lado, y las casi inevitables y desagradables críticas del respetable que casi nunca está de acuerdo con sus gobernantes. Así es.