COSAS QUE PASAN | NEGLIGENCIAS | José de Pineda
Dícese de la falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona en lo que hace, en especial en el cumplimiento de una obligación. La verdad es que en estos días me gustaría escribir de lo que siempre hago: cosas nuestras, cercanas y costumbristas, pero me cuesta traicionar mis principios y eso nunca lo haré.
Así que sintiéndolo mucho por aquellos a los que no les gusta escuchar las verdades del barquero, hoy lo que toca hablar es de lo que toca. Como la primavera llegó y nadie lo sabía, la pandemia todos sabemos cómo vino, una cosa distinta es que nadie se atreva a decirlo, sobre todo los mandatarios de medio mundo. Pero de la mala gestión que se hizo y se sigue haciendo, ya que desde enero empezaron a contabilizarse los primeros contagios, sí sabemos quiénes son, y además tienen nombres y apellidos. Tarde o temprano habrá que pedirles explicaciones por las muertes innecesarias y el daño de todo tipo que nos están causando a los españoles ¿o no? ¿O nos vamos a tragar estos enormes carros y carretas sin que nadie se responsabilice de tanta tropelía como ha provocado esta patulea de ineptos, a los que lo único que le preocupa como se está demostrando es el poder por el poder?
Luego vienen con ese comité de “expertos” que nadie sabe dónde están y quiénes son, que solo aciertan cuando rectifican diez veces y lo único que logran es ponernos más nerviosos de lo que ya estamos después de casi dos meses confinados, donde los minutos parecen horas, las horas días, los días semanas y las semanas meses. Y cada vez que sale ese señor de la rebequita de lana que miente más que su jefe, nos echamos a temblar porque desde que salió la primera vez diciendo que en España sólo habría dos o tres casos a las “bacalás” que le han metido sin querer queriendo con los test falsos y las mascarillas (Ilas Illas) defectuosas, no sé qué clase de expertos serán.
Aparte de embusteros son patéticos, con esas comparecencias diarias, rodeados de gente uniformadas al más puro estilo bolivariano, con unas peroratas dignas del comandante Castro y al final para decir que prorrogan el estado de alerta. La comparecencia del vicepresidente Iglesias para comunicar que ya podían salir los niños una hora al día, después de rectificar catorce veces, fue eso, patética. Me recordó aquella película de la postguerra civil en la que los niños cantaban en el autobús cuando las monjitas los sacaban de paseo. ¡Qué buenas son las hermanas Ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión! No se puede tener más dura (la cara) para que después de casi dos meses encerrados hagan esa ridícula proclama.
Y para terminar le lanzo una propuesta al promotor de la sintonía “Resistiré” de las ocho de la tarde cuando se sale a aplaudir. Un cambio de melodía, por estas otras que dicen… “Des-pa-ci-to”, “¡Ya no puedo más!” del gran Camilo Sexto o mejor, por aquella otra que en el año 1982 fue la banda sonora de la vuelta ciclista a España compuesta por un grupo que se llamaba Azul y Negro y que se titulaba “Me estoy volviendo loco” y decía: me estoy volviendo loco, poco a poco, poco a poco. Pues así vamos a acabar todos como esto no termine pronto.