HABLAR POR HABLAR.- QUE CONSTE QUE NO SOY SUPERSTICIOSA… .- Francisco Martínez Calle
Hacía en Écija una mañana templada y luminosa, propia de un día de primavera, por lo que decidí darle un paseo a mi perro, siempre necesitado de ejercicio. Ya en la calle, Teresa, mujer amable y de franca sonrisa, llamó mi atención cuando vi que se resistía a pasar por debajo de la escalera de un operario de telefonía, afanado en instalar unos cables en la fachada de un edificio. Teresa, tras realizar un rodeo a la escalera del telefonista, me dijo con total espontaneidad al cruzarnos en la acera:
-Yo, que conste que no soy supersticiosa, pero hay cosas que nunca las hago.
Luego, más relajada, me explicó que para ella, pasar por debajo de una escalera, supersticiones aparte, implica la posibilidad de que esta resbale, que se le caiga una herramienta al operario, que se desprenda un trozo de mampostería de la pared…
-Llevas razón en lo que dices, Teresa –convine con ella, y continué mi paseo.
Me recordó entonces esta situación de la escalera aquella anécdota que se cuenta de un afamado cantaor flamenco, ocurrida al final de una de sus actuaciones:
-Maestro, ahora una petenera… -le pidió uno de los asistentes.
-Eso sí que no, que yo no canto una petenera por “na der mundo” –le respondió, enérgico, el artista-. Y no es que yo crea en esas cosas, pero por si acaso…
La reacción de nuestro cantaor fue la misma que la de aquel otro señor, gallego él, que tras negar rotundamente la existencia de las meigas (‘brujas’), añadió con total seriedad y ningún impedimento:
-Pero haberlas haylas, que quede claro.
Ya de vuelta en casa, solo por curiosidad, consulto el refranero español con el fin de ver cómo enfoca este extenso compendio de sabiduría popular la oposición entre los que niegan por completo el fundamento de las supersticiones y los que, a pies juntillas, creen en ellas.
El Refranero General Ideológico del Español (1993), en el apartado supersticiones, registra un total de noventa y seis entradas, de las cuales podemos extraer, como más significativas, las siguientes enseñanzas:
- Las referencias a las brujas y supersticiones han sido una constante en
nuestra sociedad, desde tiempos inmemoriales:
Ni pueblo sin brujas, ni hervor sin burbujas, ni cesta de brevas sin papandujas.
- Igualmente ha sido una constante la animosidad social contra brujas y
supersticiones, a pesar de contar estas con innumerables seguidores :
A brujas y hechiceros, fuego en ellos.
- Los que creen en las supersticiones piensan que estas pueden afectar
no solo a las personas, sino a los animales y a las cosas también:
Hombre de verrugas, hombre de fortuna,
Matar un gato es mal presagio,
Semana Santa en marzo, año bellaco; en abril, año gentil.
- Los que, por el contrario, no creen en las supersticiones porque piensan que
carecen totalmente de fundamento:
El mal agüero del espejo roto es que hay que comprar otro.
En definitiva, y volviendo a lo que iba, con independencia de las enseñanzas del refranero acerca de las supersticiones, creo que está más que justificada la actuación de Teresa, al negarse a pasar por debajo de la escalera. Con esa sencilla precaución nos demostró a todos los allí presentes que el comportamiento de las personas sensatas debe estar regido no por lo que digan unas u otras supersticiones, sino por el convencimiento de que es preferible no correr ningún riesgo, por alejado que parezca, si es posible evitarlo.
Francisco Martínez Calle.