COSAS QUE PASAN | ELECCIONES | José de Pineda
Hay muchas clases de elecciones: nacionales, autonómicas, municipales, de comunidades de vecinos, en hermandades de penitencia, en equipos de fútbol, en fin, la tira. Pero hoy me voy a referir concretamente a una, a las incomparables, únicas y maravillosas Elecciones Municipales, tan cercanas en el tiempo y por lo cerca que nos cogen los candidatos, candidatas y candidates que podremos ver, oír e incluso si se dejan, “tocar”. Podremos ver y observar, por ejemplo, de qué pie cojean. Oír veinte mil promesas de las que no cumplirán casi ninguna, ya lo dijo el viejo profesor Tierno Galván (las promesas electorales están hechas para no cumplirlas) y asina es, las hagan quien las haga. Haced cada uno en su pueblo un poco de memoria y lo comprobaréis. Y luego está lo de tocar: ahora van como locos en busca del voto perdido e indeciso dando muchos besos y abrazos, muchos saludos efusivos con recuerdos a la familia incluidos, y al día siguiente del recuento, si te vi no me acuerdo y tararí que no te vi. ¡Hasta dentro de otros cuatro años, Lucas!
Por eso precisamente siempre digo medio en serio y medio en broma, que debería haber elecciones cada año. ¿Por qué? Te lo explico: las poquitas promesas que cumplen los candidatos, que no políticos, las hacen casi siempre tres o cuatros meses antes de las elecciones para engatusar al personal: arreglo de calles y plazas, pabellones polideportivos y eso que está tan de moda y copiado de las grandes ciudades como son esas horribles, feas y raras rotondas que tanto proliferan en nuestros pueblos. Se contratan tropecientas peonadas a través de los distintos planes vigentes que haya en cada momento: Per, Par, Contigo, Sintí, Avanza,… porque esa es otra, hay que ver qué nombrecitos más curiosos les ponen en la Diputación o en la Junta a estos planes de ayudas. ¿Ayudas a quién? Pues todas estas supuestas mejoras que se hacen a meses vistas de las elecciones, no tendríamos que esperar cuatro largos, tediosos e insoportables años, y así poder darle la boleta que no el voto, a tantísimos candidatos ineptos e irresponsables como vemos estos días en los medios de comunicación y que parecen que tienen el enorme poder de la ubicuidad, estando en todos sitios a las mismas horas.
Bueno pues yo, ahí lo dejo, elecciones municipales cada año y así poder evitar que cuando los políticos perdieran la vergüenza, los vecinos no tuviéramos que perder el respeto, como por ejemplo, cuando dicen que no vienen a servirse si no a servir al pueblo, o como descaradamente nos están deformando nuestro idioma con esos horribles palabros como soldados y soldadas, autoridades y autoridadas, mejores y mejoras, impuestos e impuestas… Ellos pierden la vergüenza y por eso yo les llamo alcaldas y alcaldos, por ejemplo.
Ya solo me resta desearles a todos, todas y todes los alcaldes, alcaldas y alcaldos que también conozco algunos, que el próximo y cercano 28 de mayo tengan las mejores de las suertes y que aquel nefasto y malvado político que se llama Alfonso, no tenga que volver a decir aquello de que “el pueblo se ha equivocado”. ¡El pueblo no se equivoca jamás! Nos equivocamos los que votamos. Y sanseacabó.