HABLAR POR HABLAR. FRANCISCO MARTÍNEZ CALLE
(Carta tomada del libro Cartas apócrifas a Sancho Panza, de Francisco Martínez Calle, con motivo del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra)
Querido Sancho Panza:
Todas mis cartas hasta ahora a ti dirigidas hacían referencia a Cide Hamete Benengeli como verdadero autor de esa grande, verdadera e inigualable historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Hoy, ya muerto tu amo y señor Don Quijote, he sabido que el verdadero autor de esa historia de caballeros andantes, donde se mezclan por igual los nobles ideales con los terrenales intereses, el constante disparate con la deseable cordura y la finísima gracia con la grosera estupidez, digo, que, finalmente, he sabido que su autor no es otro que don Miguel de Cervantes Saavedra.
He sabido también que dicho Miguel de Cervantes, natural de Alcalá de Henares, aprendiz de muchas cosas, soldado y cobrador de impuestos, no sólo escribió el Ingenioso Hidalgo Don Quiojote de la Mancha, sino La Galatea, Las novelas ejemplares, numerosas obras de teatro, El viaje al Parnaso y Los trabajos de Persiles y Segismunda, entre otras cosas. Pero nada de ello, con ser mucho, le impidió ser indiferente a los políticos, mal visto por los poderosos, perseguido por la justicia, excomulgado por la Iglesia y morir en la más absoluta pobreza, aunque, eso sí, famoso en el mundo entero.
Es posible, Sancho, que algún día, con el paso de los años, esta obra ejemplar de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en la que tú (muy al contrario de lo que de ti se esperaba) demuestras tener sobrada sal en la mollera, se convierta en obra de lectura de jóvenes y adultos del mundo entero, y su mensaje sea interpretado, para deleite de los hombres, desde todas las perspectivas de las artes. Ojalá que así sea.
Por mi parte, Sancho, con esta carta de carácter aclaratorio respecto a la verdadera autoría de la grande y verdadera historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, erróneamente atribuida al citado Hamete Benengeli, cesa la abundante correspondencia que, durante un tiempo, tan gustosamente contigo he mantenido.
Cuídate mucho y, hasta siempre, salud y gracia de Dios.