LA FRAGUA. AYER VENDRÁ. Juan Manuel Rivero
Hoy es domingo de resurrección, sobre mi mesa un manojo de folios por leer para el V certamen de relato corto de la Luisiana, un puñado de papeles olvidados y un libro de poemas de Luis Rosales, “Ayer vendrá”. Me pongo a leer pensando en el título del libro, -ayer vendrá- ¡qué precioso titulo para que lo pudiera saborear en su amante mi amigo Javier! Quiero parar y escribir sobre Javier, porque hoy escribir sobre él es escribir de ella, su mujer Yolanda.
Han salido tantas cosas escritas de ella, que me parece ahora una ridiculez decir algo al respecto, pero yo la conocí hace ya años, en el periódico, cuando empezaba éste que tienes en las manos, y sólo era “El periódico de Écija” ella era la directora entonces, Marzo del dos mil dos…
Con un bolígrafo en las manos, así la conocí, configurando y poniendo todo en su sitio, con una fuerza y una sonrisa desmesurada, que te hacía intuir siempre lo positivo del momento, fue otro amigo, Francisco Torres, quien decidió llamarla para que yo escribiera aquí. Después a escribir, entonces un artículo por semana, imagino que mucha gente la recordará preocupada por llevar las cosas a buen puerto, intentando que el periódico cada semana llegara con las noticias frescas sin dejar nada de lado, sea lo que sea, fuese lo que fuese, allí Yolanda, indagando y buscando la realidad de las cosas. Jamás me dijo nunca, escribe de esto o de lo otro, jamás una traba de lo que escribí, siempre apoyando sus colaboradores, así era esta mujer.
Pero había otra mujer en ella mucho más, encantadora si cabe decirlo, que la que muchos conocían solo por la labor de su trabajo, y eso me lo contó la persona que más la quiere, y puedo y debo decirlo en presente, su marido. Yolanda era una mujer que cuando iba al cementerio a estar un ratito con su padre, recogía a cualquiera que iba en su dirección, lo subía al coche y charlaba con él confiándole una amistad que se tornaba plena para otros días, Yolanda era una mujer que no se olvidaba de los cumpleaños de sus amigos jamás, era una mujer que ayudaba a cualquier familia que lo necesitaba, a cualquiera, sin que nadie lo supiera, Yolanda le compraba la ropa interior y otras cosas intimas para su aseo a las monjas Clarisas todos los meses, quizás porque ellas tuvieran su intimidad intacta, y le hacía también la compra de la limpieza, eso no iba pregonándolo jamás, ella era así de justa y armoniosa en todos los sentidos, como mandan los cánones de una mujer que dormitan siempre en la verdad de las cosas.
Un militar de la comandancia de Écija que la conoció, un día charlando le dijo que jamás besaba a sus padres porque tenía alzhéimer, y ella le reprocho que no lo hiciera haciéndole ver que debía hacerlo antes de que la enfermedad empeorara, ahora podrían darse cuenta de tus besos y llevárselos a su guarida de recuerdos, y así lo hizo desde entonces. Yolanda vendía los dulces de las monjas y de quienes se lo pidiera llevándoselos a Cañada Rosal o donde fuera para ayudar… La profesionalidad de Yolanda que era intachable en todos los sentidos, y eso lo saben bien en el ayuntamiento de Écija, quedaba mermada si se comparaba con la espiritualidad con que actuaba en las cosas que de verdad merecen la pena.
Por eso hoy, en este día de resurrección ya metido en Lunes, cuando un gallo canta de madrugada y casi siempre a las tres y cuarto pasadas, este libro de Rosales, los papeles perdidos en la mesa, el puñado de relatos desperdigados entre los sueños de sus autores, los lápices mirando al techo desde sus botes, y el silencio que asoma desde la noche despacio hacia mi sien, han hecho recordar de nuevo querido amigo Javier a Yolanda, porque al contrario de lo que creía, si estará como siempre ha estado detrás de su objetivo, enfilando su cámara hacia el lugar exacto, donde siempre supo ponerla, buscando los ganadores premiados de mañana que es siempre el hoy, porque el hoy, fue el mañana del ayer. Por eso digo que -ayer vendrá. Y como dijo Luis Rosales, y mucha gente lo sabe:
…y yo quiero deciros que el dolor es un don/ porque nadie regresa del dolor y permanece siendo el mismo/ hombre/.
Por eso hoy te recordamos de nuevo bajo el prisma de un sentimiento de verdad sobre todas las cosas imposibles, y sé que sobre Écija, dormitará siempre el aroma de las mujeres buenas en toda su amplitud.