LA FRAGUA | UN DEMONIO SILENCIOSO | Juan Manuel Rivero
Bajo los anuncios de Neón, con la noche enturbiada de vivos que agonizan medio moribundos en las salas de hospitales mugrientos, donde las aceras adquieren ya un olor de miseria y de vacunas hediondas que se enfilan sin piedad sobre los hombros de los fantasmas en que nos hemos convertido, paseo de nuevo mirando las siluetas de un cielo incierto. Hoy se encuentra en mi sien una música llena de recuerdos verdaderos, ni un solo acorde de antes, ni un toque de batería inmunda, ni una letra efímera de un músico callejero muerto de hambre podía adivinar la crudeza de los momentos que estamos viviendo. Ni el mismísimo Bod Dylan en sus letras infinitas podía localizar este mensaje que nos ha llegado en forma de veneno parasitario y que nos está hundiendo en el letargo de la debilidad permanente. ¿Dónde se ha quedado el afeite de los hombres, de las mujeres? ¿Dónde se han metido las miradas de siempre llenas de resortes de vida, de humanidad, dónde los besos que apaciguan una sensación maldita?
Bajo las luces de Neón de las ciudades y pueblos, las luces de Navidad no dicen nada, tan solo intentan aparecer inmaculadas como una representación de mentira que tan solo recuerda un momento arcaico que apenas sentimos, porque otro virus enloquecido, el del consumismo, ha dejado en el vacío la lealtad de un cristo que estuvo siempre a nuestro lado. ¿Quién vendrá ahora a la tierra para salvarnos ¿Quién? Recuerdo ahora mientras paseo, a nuestros abuelos, nuestros padres, gentes que habían vivido con sus platos duralex, los aparadores de formica estrafalarios, sus cocinas de petróleo en el mejor de los casos, aquella gente que se sentaba al fresco de un verano limpio todas las tardes para recoger el aroma y el frescor de un campo abierto y puro, las personas que andaban con sus ropas harapientas, que fumaban celtas cortos mientras trabajaban en lo que podían…aquella gente que se besaba con besos de verdad, no podían haber traído jamás este virus misterioso y calculador. Nos enseñaron todo, pero nada hemos aprendido de ellos, hemos aniquilado la humildad que engendraron en nosotros y hoy estamos todos de esta guisa, silbando una canción de mentiras, andando sin saber dónde ir para poder pensar, hablando solo con excusas podridas de pobres referencias y pensando en un mañana que jamás volverá a ser como el que siempre has recordado.
Bajo los anuncios de Neón, con la noche enturbiada de muertos, estamos viendo pasar una vida diferente frente a nosotros, solos, separados de familias, inquietos, ateridos mirando televisiones fraudulentas, atónitos a la noticia que sacuden los matinales sobre el mismo virus, que ha dejado olvidada otras enfermedades importantes, mientras el cristo postergado en los sótanos y altillos, intenta desclavarse para hacer su trabajo y advertirnos de que el demonio en este tiempo no lleva ni alas ni dientes, ni viene en forma de fantasma, y que ha llegado para quedarse mucho tiempo.
Aquellos políticos inmundos que quisieron quitar el Cristo de las aulas, y de cualquier sitio donde les pareció bien por creer que eso era una libertad y un derecho responsable, están viendo hoy que no queda más que rezar para que el demonio abra sus alas y desaparezca. Las ciudades y los pueblos duermen hoy una noche más, las luces de neón siguen sus ritmos suicidas con sus anuncios repetitivos, pero todas ellas preguntan sin que aparezca sus letras : ¿Quién vendrá ahora para salvarnos?
¿Quién…?