X ANIVERSARIO «COSAS QUE PASAN» | COSAS DE CURRO (yII) | José de Pineda
Lo prometido es deuda y con esta columna finaliza este pequeño homenaje que entre todos le hemos dado a nuestro paisano, y sin embargo amigo (que ya es difícil). Pues sí, se nos fue nuestro amigo Curro, casi sin avisar, en dos días, como no queriendo molestar a nadie en su último hasta luego, de puntillas, casi como andaba últimamente.
Este caso que comento a continuación fue uno de los más sonados. Fue el “conflicto” de competencia que tuvo con los hermanos Villalba debido a que estos tenían su autorización para vender lotería, y Curro, no. Por lo sabido, unos “amigos” le prepararon como pudieron una chapa comercial, muy parecida a la que los hermanos tenían. Curro la exhibía muy orgulloso y con ello parece ser que quedó resuelto de momento el problema. Vendiendo su lotería cada uno por su lado y evitando coincidir en los establecimientos del pueblo.
Todos tuvimos cierta dificultad para manejarnos con la nueva moneda, o sea el euro, pero para él fue un auténtico calvario. Hasta el punto de tener que ir dos veces a pagarle un premio a unos hermanos que viven uno a lado del otro, pero para no equivocarse recogió el dinero, le pagó a uno, volvió y cogió el dinero para el otro, o dicho de otra manera: la auténtica cuenta de la “vieja”.
Uno de los mayores problemas que tuvo Curro, y que peor llevaba, eran esos clientes “morosos” que pagaban tarde, mal, y a veces, nunca. De ahí que tuviera que recurrir sobre la marcha a alguien de su confianza para que le anotara, en aquella libretilla de alambrillos que siempre le acompañaba, el mote del deudor. Curro prefería poner el mote porque si ponía el nombre luego no se acordaba. Estos casos se dieron hasta sus últimos días de actividad, que junto a los achaques propios de la edad y sus problemas de movilidad, fueron los que terminaron convenciéndolo para que se retirara definitivamente. Me cuentan sus “consejeros” que le costó bastante tomar esta decisión, aludiendo que si dejaba de vender lotería, ya no podía ir al Volante y tampoco deambular de arriba abajo como había hecho toda su vida.
Últimamente, cuando le preguntaba por algo que no quería contestarme me decía:
-¡Mira, Pineda! Yo digo como el otro. A todo amén.
Termino con una cita prestada de Rabindranath Tagore (Calcuta, 1861-1941) poeta, filósofo, pintor y etc. “La vida que vivimos no es la vida. La vida es el amor y el recuerdo. Hay muertos que en el mundo viven, y vivos, que por el mundo andan muertos”.